La tecnología acerca los museos a los más pequeños

(Aparecido en ABC)

Muchos padres se dejan contagiar y convencer por las sensaciones de sus hijos, y en muchas ocasiones deciden esperar a que el niño crezca para acercarle a ver una exposición o una colección de arte. Tomar esta actitud puede ser un error ya que, muchas veces, los padres desconocen las posibilidades que el museo les ofrece…

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La paga semanal, un buen instrumento para educar

(Aparecido en El País)

El informe Adolescentes 2013, presentado por el equipo de investigación de la cátedra Keepunto de la Universidad Complutense de Madrid, corrobora que cada vez son más los padres que dan dinero a sus hijos a demanda. “En 2001, según un estudio de la Universidad de Valencia, el 62% de los chicos tenían paga semanal o mensual fija. Hoy el porcentaje se ha invertido: el 62,1% van pidiendo a medida que les hace falta”, afirma Francis Blasco, coautora del trabajo, realizado sobre una muestra de 800 adolescentes de toda España. La consecuencia es que acaban por no tener una percepción real de lo que gastan…

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Cómo educar a nuestros hijos sin perder la calma

(Aparecido en Crecer Feliz)

Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, pero es posible que, sin darnos cuenta, estemos convirtiéndonos en una generación de padres helicópteros cuyas hélices giran cada vez más deprisa, sin dejar tiempo a los niños para ser precisamente eso, niños. Esto es lo que afirman los seguidores del movimiento slow parenting, que aboga por una educación más relajada y tranquila…

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Uno de cada seis alumnos españoles no sabe interpretar una factura

(Aparecido en El País del 09-07-14)

Durante una hora, 60.000 alumnos de 15 años respondieron a preguntas relacionadas con finanzas como las que siguen. Debían analizar cómo varía el importe final de una factura equivocada cuando te han cobrado una prenda de más, por qué es más económico comprar los tomates a granel o cuál fue el ingreso que hizo una empresa a la nómina de una empleada. El resultado de aquella prueba incluida ahora en el informe PISA, a la que se sometieron 1.108 alumnos de 179 centros escolares españoles, vuelve a dejar a España en un lugar modesto…

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¿Y si mi hijo es el acosador? Ocho rasgos clásicos del acosador que pueden indicar tendencia acosadora en nuestros hijos

  • Baja empatía, escasa autoestima y tendencia a la ira son síntomas de que nuestro hijo puede ser un  acosador.

Madrid, a 19 de mayo de 2014. Fundación Gestiona, la entidad sin ánimo de lucro orientada a apoyar al sector educativo y a los profesionales de la enseñanza, ha informado hoy sobre actitudes que pueden actuar como indicadores de que nuestro hijo está acosando a otros niños en el colegio. Dirigido a padres que deseen conocer más sobre el fenómeno del acoso, este sencillo ejercicio pretende aportar luz acerca de la figura y comportamientos del acosador. En palabras de Irene López Assor, Directora de la Fundación Gestiona, “Muchos padres saben identificar las señales de que su hijo puede estar sufriendo acoso. Sin embargo, son pocos los que se interesan por reconocer las conductas del ‘acosador’, y menos los que analizan posibles actitudes de bullying en sus hijos”.

Según la Fundación Gestiona, existe una tendencia generalizada en los padres a restar importancia a los indicadores de que sus hijos pueden estar acosando a otros compañeros. “Admitir que tenemos a un acosador en casa no es plato de gusto para nadie. Por eso tratar de exculpar a nuestros hijos con frases como ‘no se ha dado cuenta’  o ‘es cosa de niños’ es un error muy frecuente. Pero combatir el acoso escolar es una responsabilidad de todos. La primera tarea consiste en concienciar a los padres de los acosadores de que esas agresiones, ya sean físicas o verbales, psicológicas, pueden causar un daño real a quienes las sufren y que es necesario erradicarlas”, señala López Assor.

Los autores de este trabajo también recuerdan  la importancia de que los niños reciban un buen ejemplo en el entorno familiar, ya que “los hijos imitan en el colegio los comportamientos que ven en su  entorno familiar”.

Esta información está íntimamente relacionada con el  nuevo “Protocolo para la Identificación y la Prevención del Acoso Escolar”, desarrollado recientemente por la Fundación Gestiona para que centros de enseñanza y docentes identifiquen tempranamente y prevengan los casos de acoso escolar.

OCHO INDICADORES DE UNA POSIBLE TENDENCIA ACOSADORA

  1. Escasa empatía con el entorno en general. Al niño le resulta muy complicado meterse en la piel de otros y, como consecuencia de ello, es a veces cruel con quienes le rodean. Tras esa conducta poco amable no parece sentirse mal consigo mismo ni arrepentido por su comportamiento.
  2. Poco control de la ira. Es normal que nuestro hijo sienta rabia en ocasiones, pero dicha rabia ha de estar sometida a un cierto control y asociada a un previo ataque de terceros. Los niños con tendencia acosadora se enfadan con mucha facilidad, tienen una muy baja tolerancia a la frustración, son caprichosos y exigentes con los padres y nada parece ser suficiente para ellos.
  3. Incapacidad para reflexionar. El chico no integra adecuadamente actos y consecuencias de los mismos, por lo que la relación entre ambos es caótica y aleatoria. Los adultos de su ámbito no han sabido o no se han preocupado de transmitirle esa relación. Esto viene a darse cuando las fuentes de motivación del menor no están adecuadamente identificadas por padres y docentes.
  4. Déficit de habilidades en resolución de conflictos. Carece de  herramientas o habilidades para resolver el conflicto que se presente, o en su caso, para pedir ayuda. Ante una situación conflictiva, el niño se frustra y seguidamente entra en ira. Todo ello desemboca en actos agresivos con sus compañeros, sin importarle las consecuencias, ya que solo quiere expresar dicho estado emocional.
  5. Baja autoestima.  La falta de seguridad en sí mismo propicia las demostraciones de poder sobre otros.  La constante necesidad de hacerse notar y marcado sentido del ridículo sale al exterior en forma de conducta dominante y agresiva.
  6. Excesiva autonomía personal. El menor hace su voluntad, tiene asimilados pocos límites en su comportamiento y no da explicaciones a sus padres de sus actos. Esto puede estar provocado por una  ausencia de control parental que hace que el menor no se sienta observado y crea que tiene vía libre para campar a sus anchas.
  7. Llama constantemente la atención. Muchos comportamientos de acoso responden a la necesidad del menor de obtener la atención de sus padres. Conseguirla, aunque sea a través de conductas agresivas con los demás, es un premio para él.
  8. Manía persecutoria. El niño tiene una percepción errónea de la intencionalidad de los otros; piensa que los demás están en su contra y que el mundo es un lugar hostil donde la única defensa eficiente es un ataque. La agresividad, física, verbal y psicológica, constituye la piedra angular de su interacción con un entorno que está siempre al acecho. Esperando un momento de debilidad suya para echársele encima.

SOBRE LA FUNDACIÓN GESTIONA

La Fundación Gestiona es una entidad sin ánimo de lucro que está concebida para apoyar a los profesionales del ámbito de la enseñanza desde las posibilidades de la psicología de la educación, la gestión de organizaciones y todos aquellos aspectos relacionados con el capital humano en centros educativos.

Las claves de la resilencia, enseñando a tener éxito o creencias limitantes en los niños son algunos de los títulos de los desayunos de trabajo que la Fundación Gestiona organiza regularmente.  Conformada por un experimentado equipo de psicólogos y profesionales de diferentes ámbitos, la Fundación forma e informa acerca de nuevos enfoques con los que abordar la enseñanza y su gestión de una forma mejorada.

La herencia invisible

Por Irene López Assor. Directora de la Fundación Gestiona

15 de mayo, Día Internacional de la Familia

Creo que resulta conveniente y necesario hacer una reflexión acerca del  papel fundamental que la institución de la familia juega en la educación de los hijos, algo que a menudo olvidamos los propios  padres y madres. Lo olvidamos por ejemplo cada vez que nos sorprendemos a nosotros mismos reproduciendo discursos o actitudes de nuestros padres que juramos no repetir con nuestros hijos.  Porque, ¿qué padre o madre no se ha reconocido alguna vez en comportamientos aprendidos de sus mayores de los que un día renegó? Y la sorpresa es mayúscula cuando de pronto la madre que creía la más dialogante y tolerante del mundo se encuentra soltándole a su hijo: “Mientras vivas bajo mi techo harás lo que yo te diga” y otras sentencias por el estilo. O cuando el padre que presume de moderno e igualitario en sus planteamientos sociales y de género en otras facetas de su vida, permanece callado mientras ve como al terminar de comer sus hijos varones vuelan hasta el sofá y el televisor mientras sus hijas recogen la mesa.

Ese tipo de situaciones que tanto nos desconciertan, porque nos hacen sentir que nos estamos traicionando a nosotros mismos, son la prueba palpable de que la herencia familiar tiene un peso enorme en nuestro desarrollo como individuos, mucho más del que podemos suponer. Una herencia que aflora de un modo muy evidente cuando estamos educando.

Pero ¿por qué es casi inevitable que a la hora de educar terminemos convirtiéndonos en una especie de reencarnación de nuestros padres? Básicamente porque esos comportamientos aprendidos de nuestros mayores constituyen ni más ni menos que nuestro modelo de referencia. Y es que la familia ha sido y sigue siendo la base del crecimiento y educación del niño. Lo que transmitimos como padres tiene un enorme calado en el menor, una herencia que se perpetuará hasta la edad adulta y que condicionará su autopercepción y su propia identidad.  Hay que tener muy presente que esos ejemplos son una fuente primara y de plena confianza para el niño acerca de la realidad. Por ello, inevitablemente, los modelos vividos e interiorizados  en casa serán los cimientos de los que el niño desarrollará cuando alcance la edad adulta.

¿Y qué sucede cuando nosotros mismos no nos sentimos satisfechos con esos comportamientos heredados? Cuando se producen contradicciones con el modelo, es necesario hacer un trabajo terapéutico intenso para tratar de encontrar ese otro modelo con el que nos sintamos más cómodos pero que, al mismo tiempo, nos permita reconciliarnos con el anterior, con el de nuestros padres.  Está demostrado que cuanta mayor ira y rechazo nos produzca el modelo aprendido, mayores posibilidades habrá que terminemos pareciéndonos a él con el paso del tiempo. Por el contrario, cuanta mayor sea el grado de aceptación  e integración del modelo recibido, más libertad tendremos para generar el nuestro propio a partir de sus bases.

Así pues, los padres han de ser especialmente conscientes y cuidadosos con los mensajes y etiquetas que transmiten a sus hijos, ya que muchas de ellas permanecerán en ellos para toda la vida. Únicamente recurriendo a  largos y complejos procesos terapéuticos se puede llegar a eliminar determinadas  etiquetas negativas que el niño recibió de sus mayores y que quedan grabadas en su subconsciente.