GENERACIÓN PERDIDA

Según los últimos datos de la EPA y del SEPE, cerca del 25% de la población española está en paro. Teniendo en cuenta la baja tasa de natalidad unida a que cerca del 24% de jóvenes entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja, probablemente España produzca una generación perdida, sin motivaciones, sin esperanzas y con un elevado coste para el Estado.

Según los últimos datos, cada ni-ni cuesta al estado español una media de 11.000 euros al año. Sin embargo, según un estudio realizado en Finlandia la cuantía podría alcanzar, a lo largo de toda la vida de ese ni-ni (aunque temporalmente pudiera incorporarse al mercado laboral), el millón de euros. La cifra no es para tomársela a la ligera, habida cuenta que cada niño que abandona de manera prematura la escuela (y con pocas posibilidades de  acceder a un puesto de trabajo) será atendido por un sistema público de seguridad social, recibirá contraprestaciones mínimas por su condición de parado, etc.

Así las cosas, España debe remar en una única dirección en dos frentes: por un lado, evitar el fracaso escolar empleando metodologías de enseñanza atractivas para los alumnos; y, por otro lado, crear un nuevo tejido empresarial que apoye y promueva la creación de nuevas empresas: el emprendedor.

Mientras en países como en Estados Unidos antes de abandonar la escuela ya se les incita a los pre universitarios el carácter emprendedor, en España aún seguimos intentando girar la misma rueda que lleva funcionando desde hace décadas: desarrollar nuestro trabajo por cuenta ajena o ingresar en el cuerpo de funcionarios del Estado. Y la sociedad del sigo XXI en España nada se parece a la de 3 décadas atrás.

Promovamos políticas encaminadas a ayudar (realmente) al emprendedor y, por supuesto, retengamos el talento que muchas veces, por condiciones económicas, se ven obligados a investigar fuera de España .

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